La rana de 'cejas' amarillas que vive en un páramo de Boyacá

La especie, endémica de la zona, fue descubierta en el complejo de páramo de Iguaque Merchán, en jurisdicción de Arcabuco.

Su color oscuro le permite camuflarse para esconderse de sus depredadores y absorber algo de calor en el frío de los páramos, pero son realmente sus ‘cejas’, la que la hacen única.

Unas finas líneas entre amarillo y dorado le cercan los ojos a la más reciente especie de rana descubierta en los páramos del complejo Iguaque Merchán, al norte del municipio de Arcabuco (Boyacá) por investigadores del Instituto Humboldt.

Aunque a la vista se perciban como cejas, la verdad es que estas líneas son unas manchas arriba de los párpados, porque técnicamente las ranas no cuentan con una este rasgo fisionómico.

Bajo el rótulo técnico de Pristimantis macrummendozai, esta nueva especie endémica ingresa al mundo científico como parte de un género de 205 especies que habitan el territorio nacional, tras exploraciones geográficas del Instituto en la cordillera Oriental de Colombia.

Con este hallazgo, ya son 10 las especies de ranas de lluvia, que viven y se reproducen exclusivamente allí.

De acuerdo con la información del Instituto, la rana “aprovecha el ambiente húmedo en los páramos para depositar huevos en tierra y así reproducirse, razón por la cual carece de almohadillas nupciales en las patas delanteras, un mecanismo similar al velcro con las que muchas ranas macho retienen a la hembra, escurridiza, para aparearse en ambientes acuáticos”.

“Esta rana mide entre dos a tres centímetros y es particular porque tiene dedos reducidos”, precisa Andrés R. Acosta Galvis, curador de Colecciones Biológicas del Instituto Humboldt, quien explica que esta característica de no tener discos tan pronunciados en sus extremidades es un rasgo de las ranas de la Cordillera Oriental.

Con este hallazgo, más otro que se conoció este martes, en total el país cuenta con 797 especies de ranas. Según Acosta, se estima que se descubren entre 7 y 10 especies por año. Una frecuencia que se ha mantenido desde 1996.

Para el investigador, estas cifras deben llamar la atención, porque aún falta por explorar desde la ciencia gran parte del país. “Se requiere aún de un arduo trabajo de campo por la cantidad de zonas con vacíos de conocimiento, el número de colecciones científicas con especies sin estudiar dado los limitados estudios morfológicos y moleculares, lo que supone posibles sorpresas y aportes futuros de Colombia para la ciencia”, agregó para el reporte del Instituto Humboldt.

Otro aspecto que destacan los investigadores es la importancia de los complejos de alta montaña que equivalen a “islas geográficas” para la presencia de especies únicas, que no se podrían encontrar en otro tipo de ecosistema, por lo que se hace urgente protegerlos.

Con información de Sección Medio Ambiente El Tiempo

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