Boyacá

 viernes 04 de octubre de 2019

 

Crónica: la marcha del ladrillo

Foto: Alcaldía de Tunja

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El sueño de los tunjanos de tener un estadio con graderías se comenzó a forjar en el año de 1964, con la entonces llamada “marcha del ladrillo”. Esta es su historia.

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Para el primer miércoles de mayo de 1964 todos los estudiantes de primaria, de bachillerato y de la entonces única universidad, la UPTC, así como la ciudadanía en general, fuimos convocados, con el fin de participar en la marcha del ladrillo, que tenia como propósito llevar estos ladrillos, hasta el lugar donde posteriormente se construiría el estadio de la Independencia, en la capital boyacense.
De cada uno de los establecimientos educativos, oficiales y privados, fueron saliendo ese miércoles de mayo, en fila hacia la plaza de Bolívar; cada uno de los estudiantes que llevaba en sus manos un ladrillo.
Sobre las nueve de la mañana, la plaza de Bolívar estaba repleta de personas que iban a participar de la actividad, los cuales irían caminando y llevando su ladrillo, por la carrera décima, bajando a San Francisco, siguiendo por las nieves, la avenida Maldonado, pasando después por la glorieta norte y finalmente enrumbándose hacia la que se denominaba cancha auxiliar de futbol, para finalmente depositar los ladrillos, debidamente acarreados en una zona enmontada donde se construiría meses después el ahora conocido como estadio de la Independencia.

El comité pro estadio estaba funcionando perfectamente. Antes de la marcha se habían construido unas especies de pequeñas bodegas para almacenar los bultos de cemento que se habían conseguido tanto con el comercio como con la fábrica de Cementos Boyacá, que para la época era una de las más grandes del país.
Aledaño a estas bodegas de madera, se construyó también en madera, una caseta grande con su respectiva alcoba, que tenia como objetivo albergar al vigilante que cuidaría los elementos de construcción recolectados. La alcaldía mandó a uno de sus trabajadores, el señor Librado Hernández, para tomara posesión del sitio y desde entonces y por mas de 40 años seria el permanente vigilante, primero de los elementos de construcción y posteriormente del mismo estadio.

En el año de 1964 yo estaba en tercero de primaria y recuerdo todas las peripecias que tuve que hacer junto a dos hermanos, para conseguir los ladrillos que debíamos llevar obligatoriamente a la marcha. Los que entonces hicieron “su agosto” fueron los dueños de los chircales que en su gran mayoría se encontraban ubicados en la periferia de la ciudad, en los barrios El Jordan, los Patriotas y al sur, en la salida para Bogotá, en el llamado reten.
Los organizadores de la marcha, por lo menos un mes atrás, habían prevenido a los dueños de los chircales, que tuvieran suficientes existencias de ladrillos, pues lo estudiantes de Tunja, llegarían a su artesanales fabricas a comprarlos.
Recuerdo que a nosotros nos avisaron el viernes previo a la marcha, para que habláramos en nuestras casas y que durante el fin de semana, consiguiéramos los ladrillos, inclusive nos explicaron donde conseguirlos.

De manera pues, que el sábado, hubo un gran alboroto por toda la ciudad, los padres de familia, con sus hijos menores –como era nuestro caso- nos acompañaron en búsqueda de esos ladrillos. Todos parecíamos hormiguitas cargando esos ladrillos, que para los chicos de siete u ocho años, eran pesadísimos.
Según se supo después, en esa marcha, se recogieron más de cinco mil ladrillos, toneladas de cemento y muchas volquetadas de arena, regaladas por los propietarios de las canteras que existían en la ciudad.
La alcaldía donó el terreno y pocos meses después vimos como comenzaba a construirse el famoso estadio de la Independencia. Se avanzó hasta donde los materiales alcanzaron, pero entonces ya había un remedo de estadio. Algo es algo.

Es que para esa época solamente se contaba en todo Tunja, apenas con tres canchas de futbol: la de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, que era la mejor, la del llamado estadio auxiliar y la cancha del barrio San Antonio. Era necesario construir un escenario adecuado para este deporte, por cuanto la afición en Tunja, era muy grande, de hecho algunos muchachos de entonces salieron para lo equipos profesionales de futbol.
Pero cuando se terminó de construir el estadio, con graderías en los cuatro costados y con buenos camerinos, se decía que era el estadio más grande del mundo, porque nunca se llenaba, a pesar de la gran afición por el futbol que se tenía.

Fuente: BR - Orlando García Moreno

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